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Ivan Cortes professionals studied acting at the University Center Theater, UNAM He has worked in film, theater and television in various projects with some of the most important directors in Mexico. Ariel Award nominee granted by the Mexican Academy of Motion Picture Arts and Sciences in 2010 by Backyard. With his project: "The Structure of spontaneity" was awarded the scholarship stage creators in Specialty: Actors Film and Video 2011-2012 issued by the FONCA in Mexico. In 2012 he was part of the Talent Campus Guadalajara FICG, as one of the emerging talents in the region of Mexico, Central America and the Caribbean. "The Eye of CreAcción" born during this stage research process.

sábado, 14 de julio de 2012

Teresa Sánchez: el goce en la actuación





Actriz, Ciudad de México

Teresa Sánchez es una actriz mexicana de cine y teatro.
 Hay personas que deslumbran con su luz, Teresa Sánchez es una de ellas. Sus palabras cargadas de compromiso  y honestidad nos recuerdan que el arte surge a partir de una necesidad por compartir, por divertirnos con el otro. Teresita sobresale como una figura peculiar dentro de nuestra cinematografía; actriz fetiche del director Nicolás Pereda (Todo, en fin, el silencio lo ocupaba, 2010), las cuatro cintas en las que han colaborado juntos le han bastado para ganarse un lugar como una de las intérpretes más sólidas de México. Prueba de ello es la cinta: Verano de Goliat (Premio Horizontes, Festival internacional de Venecia, 2010), trabajo que le permitió entre otras cosas, ser merecedora del Premio como Mejor Actriz en el marco del Festival Internacional de Cine de la Ciudad de México en 2011  y obtener su primer nominación al Premio Ariel otorgada por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas en la misma categoría durante este año. La cita fue en  la ciudad de Morelia –lugar donde anida actualmente-; alegre, de una mirada cargada de claroscuros, sonriente, divertida y dispuesta a compartir un poco del camino andado, Teresa nos recibió con esa gran sonrisa inmensa y transparente, tan inmensa como el gran corazón que le permite construir personajes desde una sensibilidad cargada de ternura, desolación y humor..


 - ¿Cómo llegas a ser actriz?

Yo  creo que en mi vida muchas cosas han pasado por accidente, desde niña me he dedicado  a buscar espectáculos gratis, me llamaba mucho la atención, no sé ni por qué, pero la escuela no fue lo mío. En cambio la música siempre me prendió, el teatro, la danza. Yo vivía en la Ciudad de México, un día encontré los teatros que están detrás del Auditorio (El Centro Cultural del Bosque),  vi una obra  y dije no sé que tenga que hacer pero yo me voy a dedicar a hacer eso, yo quiero hacer eso. Sentí cosas en la piel y salí con esa idea.

Después en la preparatoria me inscribo al taller de teatro  -ahí me di cuenta de que podía costarme ser actriz-, vi la discriminación que existe, siempre he sido esponjosita –risas- y había compañeras que actuaban del nabo pero eran las elegidas para los papeles principales y a mí siempre me daban los papeles de señora, de servicio, los papeles de soporte. Pero eso no me detuvo. Después seguí en el CREA que era un centro de recreación para jóvenes, donde había talleres, ahí conocí a un maestro de declamación (a mi no me gustaba la declamación porque la sentía muy ajena a mí), se metió a hacer teatro y con él fue con quién tuve mis primeros personajes en dónde yo sentía que  se estaban moviendo cosas internamente, era como lanzarse en bungee, no sé, una sensación que hasta la fecha no puedo explicar. Yo creo que en esa experiencia se volvió adictiva la actuación, porque al venirme a Morelia (cambié mi residencia por amor), llegando a la ciudad  me inscribí a todos los talleres de teatro que daban en las casas de cultura. Creo que sin “estudiar” lo que más me ha ayudado es la intuición.

- ¿Cómo entiendes y qué sentido le das a la intuición? 

En el sentido de que en las casas de cultura me quedaba con hambre, yo decía, algo no cuadra en el proceso, desde la selección de obras hasta la manera en cómo se resolvían los montajes, ese tipo de observaciones me eran naturales, sin saber nada - yo estaba en cero-, podía registrar eso, para mí eso es intuición. Sabía que algunas veces ese no era el camino. Un día mi maestro decide montar Calígula de Albert Camus supe que tenía buena intuición, porque varias de las resoluciones que suponía en mi cabeza, en una crítica –que no fue muy afortunada- tenía una similitud con mis ideas, me comprobó que no estaba equivocada; aunque no conocía nada de trazos algo me decía cuando no funcionaban las cosas en la escena, si eso no es intuir no sé que sea.

Así seguí de grupo en grupo, no fue sino hasta que me invitan a una obra que gano varias muestras estatales y se presento en la Muestra Nacional de Teatro de México que conocí otro tipo de trabajo y dije: este es el tipo de historias que quiero contar, este tipo de teatro me apasiona. Al final la formación que tuve realmente fue muy básica, por lo que es ahí en donde aprendo formalmente muchas cosas con respecto al lenguaje escénico y reconocí el nivel en el que estaba, ese trabajo me ayudo mucho para mi formación ya que con el grupo tomamos talleres con diferentes personalidades del medio teatral, al final esa fue mi escuela.


- ¿Y el cine como te encuentra?

Yo dejo de trabajar con ese grupo y comienzo  a colaborar con otros, entre ellos el grupo  55 –para mí un ideal en cuanto a la forma de amabilidad en como conciben el trabajo-, era una manera lejana a ese tipo de rigor que tiene que ver con levantarse a las cinco de la mañana, de qué tienes que sufrir para entender las cosas, eso nunca fue lo mío.

 Yo quiero gozarla, a eso vine al mundo, yo vine a divertirme. Encontré ese grupo y al mismo tiempo empecé a buscar otras cosas, empecé a dar clases, talleres, aprendí a manejar títeres –que hasta la fecha siguen siendo mi refugio, mi casita, son mi hogar-,  y llego a un proyecto institucional al que me invitan en dónde quién coordinaba era Jesusa Rodríguez (era un modelo de taller para indígenas y campesinas), en ese momento lo desarrolla con el Instituto de Seguridad Social, viene a capacitarnos, a mí me toca la parte artística, la conozco confía en mí y me deja  a cargo del proyecto. Nos caemos bien, nace una amistad y me invita a trabajar a la ciudad de México en un vídeo bien loco, bien farsico, con Regina Orozco. Si tiene nombre no lo sé –risas-, eran cápsulas sobre prevención, de diversidad, de adicción. En ese vídeo conozco a Nicolás Pereda, es mi primer encuentro con él. Estrechamos porque él hacía de todo, al ser un proyecto chiquito se hacía cargo de todo –sonido, cámara, luces-, yo bromeaba mucho con él, a veces por el micrófono le decía: ya vámonos a la chingada –risas-. Se estableció una relación por medio del micrófono, nos cagábamos de la risa, se armo la complicidad.

Al terminar este vídeo, me invita a una película que va venir a filmar en un año –se encontraba estudiando en Canadá- , yo le dije que sí;  la verdad si hay citas que planeas en quince días y no llegan, no lo tome muy en serio. Y sí, al año me estaba hablando para filmar ¿Dónde están sus historias? (2007) que fue nuestra primer película juntos.

- ¿Cómo te fue en esa primera experiencia? 

Me dio miedo todo, yo estaba temblando en mi casa. Mi personaje se llamaba Teresa (tres películas en las que ha trabajado con Nicolás, sus personajes se llaman Teresa); es una mujer que trabaja en el servicio de una casa, tiene un hijo;  es un proyecto que se construyo a partir de la suma de voluntades, de bajísimo presupuesto. La experiencia en el set fue muy amable, yo lo que más amo de hacer cine con él, es la armonía que logra en sus equipos, la buena energía, la disposición, el amor que existe cuando se trabaja.



- Es interesante que te toque actuar un personaje que se llame igual que tú. ¿De qué manera trabajaste esa particularidad?

Con Nicolás antes de empezar a rodar siempre me habla de lo que quiere, me explica su concepción en todos sentidos de esa Teresa. Cómo ha vivido sus relaciones, cómo toma determinada noticia, lo que significan determinadas decisiones; lo trabajamos de esa manera, muy suavecito; es como si desde la primera escena me diera chance de fluir, al mismo tiempo que me va pidiendo gentilmente lo que necesita. En cuanto al nombre es lo que menos importa, si no construyera desde adentro podría llamarse el personaje diferente y ser yo en la escena; en cine no es tan drástico el cambio de mi persona como en teatro, pero me ayudo para marcar las diferencias con mí archivo que tengo de mi trabajo en comunidades. De ahí me inspiro para sacar costumbres, personalidades, emociones. También me ayuda mucho que hay una muy buena descripción por parte del director, además de que él marca las diferencias, me va dando las pistas. Los que han visto las películas saben que las Teresas que ven en pantalla se alejan de lo que soy.

- Y sobre entender técnicamente el lenguaje, ¿cómo lo viviste?

No lo hice consciente, me fue muy sencillo acostumbrarme a las marcas, a las luces, tampoco era una producción complicada; más qué lo técnico, lo que en realidad me costó trabajo entender de cuándo dicen acción, es que a veces no hay que empezar inmediatamente, sino tienes que dejar un espacio para que puedas acceder a la intimidad del personaje, yo me apresuraba demasiado; fueron un poco mis primeros tropiezos con el lenguaje. De ahí en fuera, yo creo que porque la producción era muy chiquita se me facilitaron las cosas para entender un lenguaje que era totalmente ajeno  a mí. Con el tiempo, trabaje en cortos, en la ciudad se empezaron a generar proyectos de cine y obviamente al trabajar más, agarras confianza. Esa primera película con Nico creí que iba ser la primera, la única y la última, pero fue toda una sorpresa el que ese proyecto generara tantas cosas, gano aquí en Morelia un premio en el festival, pero más sorprendente fue que me invitará a realizar más proyectos.

- ¿De qué manera se modifico la experiencia de volver a trabajar con el mismo director, en tu segunda experiencia fílmica?

La segunda película en la que trabajé con él se llamo Perpetuum Mobile (2009),  fue una experiencia muy parecida, yo en ésta película me divierto como enano, fue una experiencia más lúdica. En la primera no es que no fuera divertida, pero estás conociendo el proceso y eso implica cierta tensión, en general siento que el cambio ha sido que he ido descubriendo a Nico durante este proceso, a mí la vida me regalo la posibilidad de ir con él a Venecia, y estar con él para conocerlo; fue una experiencia entrañable, fue conocernos de corazón a corazón. Sabes gozo mucho el proceso de filmar, a pesar de que puedes esperar horas, disfruto mucho ver el trabajo de los demás, me gusta hacer bromas cuando puedo. En esta segunda experiencia la diferencia es que me divertí demasiado, me sentí mucho más cómoda frente a la cámara, de hecho mi fortuna es que a la cámara la ignoro, no me puede, no me impone, no existe para mí. Me implica más pararme frente al público a cantar, eso no sabes, comparado con todo lo demás, no sé porque pero a la cámara no le temo.

Al ver mi trabajo en la cinta me encanta, me río de mí y me gusta mucho eso; el contraste de este trabajo con la primer peli  es la tensión,  al verme me queda la duda de que no sé si lo estoy haciendo bien. Además personalmente atravesaba por un momento de transición en mi vida muy fuerte, cuándo lo conocí estaba saliendo de un proceso de desintoxicación y estaba registrando vivir sin los estímulos a los que estaba acostumbrada. A eso le atribuyo mi soltura en Perpetuum, a que ya había superado un proceso interno muy complicado, y además le había encontrado el gusto a vivir de otra manera. Es curioso en las películas de Nico se ha registrado una parte de mi renovación.

- Y en este proceso de evolución, de conocimiento, de profundizar en el encuentro entre actriz – director. ¿Cómo llega Verano de Goliat, (2010)?


Entre rodaje y rodaje ha pasado un año, he filmado cuatro cintas por año. Verano de Goliat siento es mi graduación con Nicolás, su forma de trabajo te pide generar desde muy adentro, más que contenido es una sensación de generar lo vivo, algo con vida. Siento que  a la hora de que me iba explicando a Teresa (en esta cinta interpreta a una mujer abandonada por su esposo que recorre el pueblo para explicar su forma de ver este hecho),  me contaba sobre lo que  iba necesitando y fue muy fácil traducirlo.

- ¿Qué necesita un proyecto para que te interese participar? ¿O te gustaría quedarte trabajando solamente con Nicolás?

Mira, tengo la sensación de que si un proceso no es amable conmigo así sea la gran oportunidad, no me interesa. No tengo necesidad, te juro no es soberbia, simplemente son ganas de ser feliz con lo que haga. Me hace inmensamente feliz estar en una función de títeres en la primaria Benito Juárez en alguna comunidad de Michoacán, de la misma manera que estar con una de mis películas en Venecia; te repito me interesa estar en procesos de goce, no quiero ver malas caras, ni sentirme mal. Al final esto de preocuparme por lo que vendrá no se me da, por ejemplo, ahorita siento que me estoy alejando de la escena. Yo entre a esto por una necesidad, ya pase por esa etapa en la que necesitas que te vean, que te aplaudan, eso se está acabando. Cada vez me siento más plena y mi necesidad ahora se enfoca más en poner al servicio de la comunidad mi quehacer, ahorita estoy trabajando en comunidades en las que por medio de lo que sé hacer podemos sensibilizar y trabajar determinados problemas con familias disfuncionales, me interesa transformar vidas de esa manera, ahorita es lo que más me jala. Con Nicolás por supuesto que si me invita otra vez, sabe que ahí voy a estar. Y si me llega otra oportunidad amable en cine, la tomo con toda mi alma.

- ¿Cuál crees que sea el principal reto de un actor al hacer cine?

El reto es ser honestos. Si tu entras a esto por una necesidad de reconocimiento, de querer decirle al mundo aquí estoy soy la promesa –risas-, estas frito tres veces. O por esto de querer empezar a figurar, me parece que por ahí no va. Es un trabajo de honestidad, que se necesita para abordar los personajes, para escuchar al director, para contar las historias. En segundito hay que divertirse como enanos, en todo proceso, si vas a entrar a algo para estar sufriendo como un condenado, no mejor vete a otra cosa, eso es lo que yo siento y cómo le he vivido. Soy lúdica y para mí ha sido la clave en la vida, porque siento que a través de ese disfrute, de ese sentimiento de plenitud, de apasionarte por lo que estás haciendo es como se logran los mejores resultados, si te ubicas en el disfrute qué reto te pueden implicar las cosas. 

- ¿Y cómo vives el que hayas sido reconocida con diversos premios, entre ellos una nominación al Premio Ariel como Mejor Actriz? Me llama la atención al escucharte, es algo qué no persigues pero te sucede,  ¿qué te representa?

A mí me significa una gran sorpresa, una muy grata sorpresa. Me pongo a pensar cuánta gente pensó, definió y determino esos títulos de incluirme entre las mejores actrices, se siente muy bonito, es cómo cuando te dicen que bien te ves hoy, esa es la sensación.  Sobre todo me motivo mucho él que personas de mi región se involucrarán con  el reconocimiento, me escribían para felicitarme, ese fue el verdadero premio, fue muy hermoso para mí. Los premios no son determinantes, los proyectos que vengan a partir de eso serán bienvenidos si es que llegarán a suceder.


- ¿Cómo trabajas en el set? ¿Qué opinas de la herramienta de improvisar?

En cine nunca me aprendo los textos, si me los aprendo siento que lo acartono y me casaría con ciertas  ideas. Trabajo el texto en el set, trabajo la memoria en ese momento. Emotivamente si la escena lo requiere, recurro a las emociones paralelas y con tener dos segunditos antes de la toma me basta para concentrarme, no creo cuándo dicen silencio la actriz va a llorar –risas-.

Yo improviso mucho en cine, porque la forma de trabajo, los requerimientos del proceso facilitan que ocurra; tienes que tenerlo a la mano por que nunca sabes lo que un director te va a pedir, o la manera en que se van a resolver las cosas. En muchas ocasiones es lo que te va a dar la frescura de los momentos, en Verano de Goliat tuve una escena con una señora que no era actriz, imposible abordar un trabajo así si no improvisaba, yo tenía que entablar en ese momento la conversación y fue maravillosa experiencia, llena de libertad y de confianza. Es muy curioso porque frente a los ojos de la señora aun sigue preguntando cómo sigo, si encontré a mi esposo –risas- Eso sucedió porque improvise y es un regalo enorme.

- ¿Y qué opinas de  qué en el cine intervengan los “no actores”?

Depende, a mí no me parece válido de que se abuse de una persona. No me gusta y se nota, la cámara lo registra, me molesta ver en pantalla gente engañada, que no hacen algo orgánico, a eso digo no. Si no se les da una preparación previa, para que se sientan seguros, que lo hagan convencidos, que sepan a lo qué van, si esto no ocurre no estoy de acuerdo. No se me hace chido para ellos, para el director ni para el público. En el otro sentido, es una delicia ver a los no actores cuándo se logra verlos sueltos, en confianza, cuando les gusta, cuando lo quieren hacer y están de acuerdo, en ese caso adelante; además creo que hay trabajos que lo necesitan, en esto la exploración nunca se termina, todas las propuestas son bienvenidas.

- Por último, ¿ser actriz mexicana en este momento qué significa?

Es una fortuna enorme, en el sentido de todo lo que me ha regalado y permitido. No sientes que trabajas, eso en este momento del país es una delicia, el poder jugar y divertirte. Como mujer he sido muy libre para hacer lo que quiera. En este momento de mi vida entiendo perfectamente lo que se me dijo en un momento de oscuridad y fue: lo mejor siempre está por venir, lo que te puedo decir es que si te avientas la red va aparecer. Hazte responsable de lo bueno y de lo malo, para mi ser actriz significa asumir lo que eres, así soy: me acepto, amo lo que soy, disfruto y vivo lo que soy, soy libre, soy feliz, no necesito nada más.


Ciudad de Morelia, Michoacán, 7 de Julio.














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