Actriz, Ciudad de México
Teresa Sánchez es una actriz mexicana de cine y teatro. |
Hay personas que deslumbran con su luz, Teresa Sánchez es
una de ellas. Sus palabras cargadas de compromiso y honestidad nos recuerdan que el arte surge
a partir de una necesidad por compartir, por divertirnos con el otro. Teresita
sobresale como una figura peculiar dentro de nuestra cinematografía; actriz
fetiche del director Nicolás Pereda (Todo, en fin, el silencio lo ocupaba, 2010), las cuatro
cintas en las que han colaborado juntos le han bastado para ganarse un lugar
como una de las intérpretes más sólidas de México. Prueba de ello es la
cinta: Verano de Goliat (Premio Horizontes, Festival internacional de Venecia, 2010),
trabajo que le permitió entre otras cosas, ser merecedora del Premio como Mejor
Actriz en el marco del Festival Internacional de Cine de la Ciudad de México en
2011 y obtener su primer nominación al
Premio Ariel otorgada por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias
Cinematográficas en la misma categoría durante este año. La cita fue en la ciudad de Morelia –lugar donde anida
actualmente-; alegre, de una mirada cargada de claroscuros, sonriente,
divertida y dispuesta a compartir un poco del camino andado, Teresa nos recibió
con esa gran sonrisa inmensa y transparente, tan inmensa como el gran corazón
que le permite construir personajes desde una sensibilidad cargada de ternura, desolación y humor..
- ¿Cómo llegas a ser actriz?
Yo creo que en mi
vida muchas cosas han pasado por accidente, desde niña me he dedicado a buscar espectáculos gratis, me llamaba
mucho la atención, no sé ni por qué, pero la escuela no fue lo mío. En cambio
la música siempre me prendió, el teatro, la danza. Yo vivía en la Ciudad de
México, un día encontré los teatros que están detrás del Auditorio (El Centro
Cultural del Bosque), vi una obra y dije no sé que tenga que hacer pero yo me
voy a dedicar a hacer eso, yo quiero hacer eso. Sentí cosas en la piel y salí con
esa idea.
Después en la preparatoria me inscribo al taller de
teatro -ahí me di cuenta de que podía
costarme ser actriz-, vi la discriminación que existe, siempre he sido
esponjosita –risas- y había compañeras que actuaban del nabo pero eran las
elegidas para los papeles principales y a mí siempre me daban los papeles de
señora, de servicio, los papeles de soporte. Pero eso no me detuvo. Después
seguí en el CREA que era un centro de recreación para jóvenes, donde había talleres,
ahí conocí a un maestro de declamación (a mi no me gustaba la declamación porque
la sentía muy ajena a mí), se metió a hacer teatro y con él fue con quién tuve
mis primeros personajes en dónde yo sentía que se estaban moviendo cosas internamente, era
como lanzarse en bungee, no sé, una sensación que hasta la fecha no puedo
explicar. Yo creo que en esa experiencia se volvió adictiva la actuación, porque al venirme a
Morelia (cambié mi residencia por amor), llegando a la ciudad me inscribí a todos los talleres de teatro
que daban en las casas de cultura. Creo que sin “estudiar” lo que más me ha
ayudado es la intuición.
En el sentido de que en las casas de cultura me quedaba con
hambre, yo decía, algo no cuadra en el proceso, desde la selección de obras
hasta la manera en cómo se resolvían los montajes, ese tipo de observaciones me
eran naturales, sin saber nada - yo estaba en cero-, podía registrar eso, para
mí eso es intuición. Sabía que algunas veces ese no era el camino. Un día mi maestro decide montar Calígula de
Albert Camus supe que tenía buena intuición, porque varias de las resoluciones
que suponía en mi cabeza, en una crítica –que no fue muy afortunada- tenía una
similitud con mis ideas, me comprobó que no estaba equivocada; aunque no
conocía nada de trazos algo me decía cuando no funcionaban las cosas en la
escena, si eso no es intuir no sé que sea.
Así seguí de grupo en grupo, no fue sino hasta que me
invitan a una obra que gano varias muestras estatales y se presento en la
Muestra Nacional de Teatro de México que conocí otro tipo de trabajo y dije:
este es el tipo de historias que quiero contar, este tipo de teatro me apasiona. Al final la formación que tuve realmente fue muy básica, por lo
que es ahí en donde aprendo formalmente muchas cosas con respecto al lenguaje
escénico y reconocí el nivel en el que estaba, ese trabajo me ayudo mucho para
mi formación ya que con el grupo tomamos talleres con diferentes personalidades
del medio teatral, al final esa fue mi escuela.
- ¿Y el cine como te encuentra?
Yo dejo de trabajar con ese grupo y comienzo a colaborar con otros, entre ellos el
grupo 55 –para mí un ideal en cuanto a
la forma de amabilidad en como conciben el trabajo-, era una manera lejana a
ese tipo de rigor que tiene que ver con levantarse a las cinco de la mañana, de
qué tienes que sufrir para entender las cosas, eso nunca fue lo mío.
Yo quiero
gozarla, a eso vine al mundo, yo vine a divertirme. Encontré ese grupo y al
mismo tiempo empecé a buscar otras cosas, empecé a dar clases, talleres,
aprendí a manejar títeres –que hasta la fecha siguen siendo mi refugio, mi
casita, son mi hogar-, y llego a un
proyecto institucional al que me invitan en dónde quién coordinaba era Jesusa
Rodríguez (era un modelo de taller para indígenas y campesinas), en ese momento
lo desarrolla con el Instituto de Seguridad Social, viene a capacitarnos, a mí
me toca la parte artística, la conozco confía en mí y me deja a cargo del proyecto. Nos caemos bien, nace
una amistad y me invita a trabajar a la ciudad de México en un vídeo bien loco,
bien farsico, con Regina Orozco. Si tiene nombre no lo sé –risas-, eran
cápsulas sobre prevención, de diversidad, de adicción. En ese vídeo conozco a
Nicolás Pereda, es mi primer encuentro con él. Estrechamos porque él hacía de
todo, al ser un proyecto chiquito se hacía cargo de todo –sonido, cámara,
luces-, yo bromeaba mucho con él, a veces por el micrófono le decía: ya vámonos
a la chingada –risas-. Se estableció una relación por medio del micrófono, nos
cagábamos de la risa, se armo la complicidad.
Al terminar este vídeo, me invita a una película que va
venir a filmar en un año –se encontraba estudiando en Canadá- , yo le dije que
sí; la verdad si hay citas que planeas
en quince días y no llegan, no lo tome muy en serio. Y sí, al año me estaba
hablando para filmar ¿Dónde están sus historias? (2007) que fue nuestra primer película juntos.
- ¿Cómo te fue en esa primera experiencia?
Me dio miedo todo, yo estaba temblando en mi casa. Mi
personaje se llamaba Teresa (tres películas en las que ha trabajado con
Nicolás, sus personajes se llaman Teresa); es una mujer que trabaja en el
servicio de una casa, tiene un hijo; es
un proyecto que se construyo a partir de la suma de voluntades, de bajísimo
presupuesto. La experiencia en el set fue muy amable, yo lo que más amo de
hacer cine con él, es la armonía que logra en sus equipos, la buena energía, la
disposición, el amor que existe cuando se trabaja.
- Es interesante que te toque actuar un personaje que se llame igual que tú. ¿De qué manera trabajaste esa particularidad?
Con Nicolás antes de empezar a rodar siempre me habla de lo
que quiere, me explica su concepción en todos sentidos de esa Teresa. Cómo ha
vivido sus relaciones, cómo toma determinada noticia, lo que significan
determinadas decisiones; lo trabajamos de esa manera, muy suavecito; es como si
desde la primera escena me diera chance de fluir, al mismo tiempo que me va
pidiendo gentilmente lo que necesita. En cuanto al nombre es lo que menos
importa, si no construyera desde adentro podría llamarse el personaje diferente
y ser yo en la escena; en cine no es tan drástico el cambio de mi persona como
en teatro, pero me ayudo para marcar las diferencias con mí archivo que tengo de mi
trabajo en comunidades. De ahí me inspiro para sacar costumbres,
personalidades, emociones. También me ayuda mucho que hay una muy buena
descripción por parte del director, además de que él marca las diferencias, me
va dando las pistas. Los que han visto las películas saben que las Teresas que
ven en pantalla se alejan de lo que soy.
- Y sobre entender técnicamente el lenguaje, ¿cómo lo viviste?
No lo hice consciente, me fue muy sencillo acostumbrarme a
las marcas, a las luces, tampoco era una producción complicada; más qué lo
técnico, lo que en realidad me costó trabajo entender de cuándo dicen acción, es que a veces
no hay que empezar inmediatamente, sino tienes que dejar un espacio para que
puedas acceder a la intimidad del personaje, yo me apresuraba demasiado; fueron
un poco mis primeros tropiezos con el lenguaje. De ahí en fuera, yo creo que porque la
producción era muy chiquita se me facilitaron las cosas para entender un
lenguaje que era totalmente ajeno a mí. Con el tiempo, trabaje en cortos, en la ciudad se empezaron a generar proyectos
de cine y obviamente al trabajar más, agarras confianza. Esa primera película
con Nico creí que iba ser la primera, la única y la última, pero fue toda una
sorpresa el que ese proyecto generara tantas cosas, gano aquí en Morelia un premio en el festival,
pero más sorprendente fue que me invitará a realizar más proyectos.
- ¿De qué manera se modifico la experiencia de volver a
trabajar con el mismo director, en tu segunda experiencia fílmica?
La segunda película en la que trabajé con él se llamo
Perpetuum Mobile (2009), fue una
experiencia muy parecida, yo en ésta película me divierto como enano, fue una
experiencia más lúdica. En la primera no es que no fuera divertida, pero estás
conociendo el proceso y eso implica cierta tensión, en general siento que el
cambio ha sido que he ido descubriendo a Nico durante este proceso, a mí la
vida me regalo la posibilidad de ir con él a Venecia, y estar con él para
conocerlo; fue una experiencia entrañable, fue conocernos de corazón a corazón.
Sabes gozo mucho el proceso de filmar, a pesar de que puedes esperar horas, disfruto
mucho ver el trabajo de los demás, me gusta hacer bromas cuando puedo. En esta
segunda experiencia la diferencia es que me divertí demasiado, me sentí mucho
más cómoda frente a la cámara, de hecho mi fortuna es que a la cámara la
ignoro, no me puede, no me impone, no existe para mí. Me implica más pararme
frente al público a cantar, eso no sabes, comparado con todo lo demás, no sé
porque pero a la cámara no le temo.
Al ver mi trabajo en la cinta me encanta, me río de mí y me
gusta mucho eso; el contraste de este trabajo con la primer peli es la tensión, al verme me queda la duda de que no sé si lo
estoy haciendo bien. Además personalmente atravesaba por un momento de
transición en mi vida muy fuerte, cuándo lo conocí estaba saliendo de un
proceso de desintoxicación y estaba registrando vivir sin los estímulos a los
que estaba acostumbrada. A eso le atribuyo mi soltura en Perpetuum, a que ya
había superado un proceso interno muy complicado, y además le había encontrado
el gusto a vivir de otra manera. Es curioso en las películas de Nico se ha
registrado una parte de mi renovación.
- Y en este proceso de evolución, de conocimiento, de
profundizar en el encuentro entre actriz – director. ¿Cómo llega Verano de Goliat,
(2010)?
Entre rodaje y rodaje ha pasado un año, he filmado cuatro
cintas por año. Verano de Goliat siento es mi graduación con Nicolás, su forma
de trabajo te pide generar desde muy adentro, más que contenido es una
sensación de generar lo vivo, algo con vida. Siento que a la hora de que me iba explicando a Teresa
(en esta cinta interpreta a una mujer abandonada por su esposo que recorre el
pueblo para explicar su forma de ver este hecho), me contaba sobre lo
que iba necesitando y fue muy fácil
traducirlo.
- ¿Qué necesita un proyecto para que te interese participar?
¿O te gustaría quedarte trabajando solamente con Nicolás?
Mira, tengo la sensación de que si un proceso no es amable
conmigo así sea la gran oportunidad, no me interesa. No tengo necesidad, te
juro no es soberbia, simplemente son ganas de ser feliz con lo que haga. Me
hace inmensamente feliz estar en una función de títeres en la primaria Benito
Juárez en alguna comunidad de Michoacán, de la misma manera que estar con una
de mis películas en Venecia; te repito me interesa estar en procesos de goce,
no quiero ver malas caras, ni sentirme mal. Al final esto de preocuparme por lo
que vendrá no se me da, por ejemplo, ahorita siento que me estoy alejando de la
escena. Yo entre a esto por una necesidad, ya pase por esa etapa en la que
necesitas que te vean, que te aplaudan, eso se está acabando. Cada vez me
siento más plena y mi necesidad ahora se enfoca más en poner al servicio de la
comunidad mi quehacer, ahorita estoy trabajando en comunidades en las que por
medio de lo que sé hacer podemos sensibilizar y trabajar determinados problemas
con familias disfuncionales, me interesa transformar vidas de esa manera, ahorita
es lo que más me jala. Con Nicolás por supuesto que si me invita otra vez, sabe
que ahí voy a estar. Y si me llega otra oportunidad amable en cine, la tomo con
toda mi alma.
- ¿Cuál crees que sea el principal reto de un actor al hacer
cine?
El reto es ser honestos. Si tu entras a esto por una
necesidad de reconocimiento, de querer decirle al mundo aquí estoy soy la
promesa –risas-, estas frito tres veces. O por esto de querer empezar a figurar,
me parece que por ahí no va. Es un trabajo de honestidad, que se necesita para
abordar los personajes, para escuchar al director, para contar las historias.
En segundito hay que divertirse como enanos, en todo proceso, si vas a entrar a
algo para estar sufriendo como un condenado, no mejor vete a otra cosa, eso es
lo que yo siento y cómo le he vivido. Soy lúdica y para mí ha sido la clave en
la vida, porque siento que a través de ese disfrute, de ese sentimiento de
plenitud, de apasionarte por lo que estás haciendo es como se logran los
mejores resultados, si te ubicas en el disfrute qué reto te pueden implicar las
cosas.
- ¿Y cómo vives el que hayas sido reconocida con diversos
premios, entre ellos una nominación al Premio Ariel como Mejor Actriz? Me llama
la atención al escucharte, es algo qué no persigues pero te sucede, ¿qué te representa?
A mí me significa una gran sorpresa, una muy grata sorpresa.
Me pongo a pensar cuánta gente pensó, definió y determino esos títulos de
incluirme entre las mejores actrices, se siente muy bonito, es cómo cuando te
dicen que bien te ves hoy, esa es la sensación.
Sobre todo me motivo mucho él que personas de mi región se involucrarán
con el reconocimiento, me escribían para
felicitarme, ese fue el verdadero premio, fue muy hermoso para mí. Los premios
no son determinantes, los proyectos que vengan a partir de eso serán
bienvenidos si es que llegarán a suceder.
- ¿Cómo trabajas en el set? ¿Qué opinas de la herramienta de
improvisar?
En cine nunca me aprendo los textos, si me los aprendo
siento que lo acartono y me casaría con ciertas
ideas. Trabajo el texto en el set, trabajo la memoria en ese momento.
Emotivamente si la escena lo requiere, recurro a las emociones paralelas y con
tener dos segunditos antes de la toma me basta para concentrarme, no creo
cuándo dicen silencio la actriz va a llorar –risas-.
Yo improviso mucho en cine, porque la forma de trabajo, los
requerimientos del proceso facilitan que ocurra; tienes que tenerlo a la mano
por que nunca sabes lo que un director te va a pedir, o la manera en que se van
a resolver las cosas. En muchas ocasiones es lo que te va a dar la frescura de
los momentos, en Verano de Goliat tuve una escena con una señora que no era
actriz, imposible abordar un trabajo así si no improvisaba, yo tenía que
entablar en ese momento la conversación y fue maravillosa experiencia, llena de
libertad y de confianza. Es muy curioso porque frente a los ojos de la señora
aun sigue preguntando cómo sigo, si encontré a mi esposo –risas- Eso sucedió
porque improvise y es un regalo enorme.
- ¿Y qué opinas de qué
en el cine intervengan los “no actores”?
Depende, a mí no me parece válido de que se abuse de una
persona. No me gusta y se nota, la cámara lo registra, me molesta ver en
pantalla gente engañada, que no hacen algo orgánico, a eso digo no. Si no se
les da una preparación previa, para que se sientan seguros, que lo hagan
convencidos, que sepan a lo qué van, si esto no ocurre no estoy de acuerdo. No
se me hace chido para ellos, para el director ni para el público. En el otro
sentido, es una delicia ver a los no actores cuándo se logra verlos sueltos, en confianza, cuando les gusta,
cuando lo quieren hacer y están de acuerdo, en ese caso adelante; además creo que hay trabajos que
lo necesitan, en esto la exploración nunca se termina, todas las propuestas son
bienvenidas.
- Por último, ¿ser actriz mexicana en este momento qué
significa?
Es una fortuna enorme, en el sentido de todo lo que me ha
regalado y permitido. No sientes que trabajas, eso en este momento del país es
una delicia, el poder jugar y divertirte. Como mujer he sido muy libre para
hacer lo que quiera. En este momento de mi vida entiendo perfectamente lo que
se me dijo en un momento de oscuridad y fue: lo mejor siempre está por venir,
lo que te puedo decir es que si te avientas la red va aparecer. Hazte
responsable de lo bueno y de lo malo, para mi ser actriz significa asumir lo
que eres, así soy: me acepto, amo lo que soy, disfruto y vivo lo que soy, soy libre, soy feliz, no necesito nada más.
Ciudad de Morelia, Michoacán, 7 de Julio.
FELICIDADES HERMOSA!!!!!!
ResponderEliminarFELICIDADES HERMOSA!!!!!
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