Actor, Director, Productor. Ciudad de Puebla, México.
Humberto Busto actualmente graba la segunda temporada de Los Héroes del Norte. |
Cuando uno ha tenido la oportunidad de admirar el trabajo de Humberto Busto, sin duda el primer pensamiento que viene a la mente es
que el límite de este talentoso actor mexicano pareciera no existir. Formado en
las aulas del Centro Universitario de Teatro, es de los pocos creadores que ha
podido romper con los estigmas de las etiquetas, al poder combinar exitosamente
su trabajo tanto en cine, teatro y televisión. Merecedor del premio Diosa de
Plata por su trabajo en la cinta Morirse en Domingo (Daniel Gruener, 2006), su
vasta filmografía incluye títulos como Abolición de la Propiedad (Jesús Magaña,
2011), Depositarios (Rodrigo Ordoñez, 2010), Niñas Mal (Fernando Sariñana,
2007), hasta llegar a la mítica Amores Perros (Alejandro Gonzáles Inárritu,
2000), entre otros. De mirada curiosa e intensa, de pensamientos pausados,
sensibles y profundos, de personalidad provocadora y líder; con una sonrisa luminosa,
Humberto compartió una pausa en su vida para contarnos mediante sus palabras sobre
sus pasos en el set; esas huellas que lo han llevado a levantar su primer cortometraje como
director: Hasta la Ciruela Pasa (Humberto Busto,2012). Conozcamos pues a estos pies inquietos, pies que lo
han llevado a habitar sus sueños, a construir
nuevos anhelos.
- ¿Por qué quisiste ser
actor?
Siento que el primer impulso estuvo motivado por la enorme necesidad de protección frente a la amenaza que
representaba el exterior en mi vida. Desde niño fui un ser sumamente contrariado y sensible.
El escenario me hacía suponer que existía un espacio sagrado, intocable,
donde podía ser yo mismo siendo otros. Ahí descubrí el enorme potencial
imaginativo de la creación y una vez tomada la terapia post adolescente
indicada, pude reconectar con la capacidad lúdica y el intercambio de
conciencia que se genera al contar una historia. Desde entonces no he encontrado otra forma
mejor de hacerlo y de seguir conociendo
el mundo.
Yo estaba estudiando el segundo año de la carrera de
Actuación cuando Manuel Teil -director de casting- fue a la escuela buscando
nuevos actores para la película Amores Perros. Tuve oportunidad de hacer mi
primer casting en esas condiciones y fue una sorpresa enorme el haberme quedado con un personaje importante en esa historia. Me enamoré de la maquinaria de
hacer cine, su complejidad, su aventura, su desazón, su dificultad. Sentí que
había muchas cosas que aprender sobre ello y desde entonces representa el punto
medular de mi entretenimiento, de mi esfuerzo.
Soy un cinéfilo absoluto, desde las rarezas más underground hasta las
películas más reconocidas comercialmente (aunque siendo sincero, cada vez veo
menos de éstas y me inclino infinitamente más por el cine autoral de cualquier
parte del mundo).
- ¿Fue fácil dada tu formación teatral entender los
procesos de trabajo de un rodaje?
Todo fue un proceso sumamente intuitivo, natural.
Alejandro González Iñárritu (Biutiful, 2010), es un muy buen orquestador de actores. Había una
confianza implícita desde los ensayos que me hacían suponer que estaba siendo
guiado por un camino placentero y honesto. Más tarde, al salir de la escuela y
entender muchas más cosas sobre el
cine, comenzó la reflexión sobre el
trabajo actoral en los distintos medios. Y me gusta procurar tener su
entendimiento por separado. Aunque partes del mismo punto (ser verdadero en
cualquier lugar, género o medio), cada día vas descubriendo que su forma de
manifestarse requiere distintos niveles energéticos y estructuras específicas
para su construcción. El rompecabezas del cine me parece fascinante. Desde niño
siempre he sido fan de los rompecabezas...
- Y de acuerdo a tu
experiencia. ¿Qué necesita un actor a nivel de entrenamiento para que pueda hacer cine?
Aprender a escuchar. Definitivo. Estamos muy mal acostumbrados a pensar que la
actuación es un proceso que se consigue individualmente. Y eso es un error. La
ficción se construye gracias a que el OTRO existe frente a nosotros. Cuando
realmente logras escuchar (no sólo al otro, sino a los pensamientos, impulsos y
temores de tu personaje, de su entorno) has recorrido más de la mitad del
camino. Aprender a escuchar y observar es el mayor acto revolucionario y el
mejor impulso para ser verdadero.
- ¿Para ti, la manera
en que se construye y se entiende a la ficción en cine, dista mucho de cómo se
construye en el teatro?
En el teatro la mayor responsabilidad está en tu
desempeño. Una vez realizado el montaje, el actor se convierte en el dueño de la escena. Habrá
un director que guiará ese camino (de forma más radical que otros, dependiendo
de lo que les interese), pero el que está arriba surfeando es uno. En cambio,
el cine depende de tantos y tantos elementos a tu alrededor (incluso desde
antes o hasta muchos meses después de haber concluido tu participación) que
tienes que ser muy consciente de la parte del organigrama que te corresponde y
aventarte al ruedo en cada milésima de tiempo frente al lente porque lo demás definitivamente
no está en tus manos.
- ¿Cómo definirías la
experiencia de estar en una filmación?
Para mí es meterse a una oleada imposible de detener,
sobre todo cuando tienes oportunidad de hacer personajes protagónicos. Toda tu
vida se convierte en esa vida. Sueñas, comes, cagas, lees, vives de esa
coordenada. Y me encanta que sea así: un proceso inevitable en donde por más
trabajo que hagas de preparación, siempre habrá un espacio infinito de riesgo y
sorpresa. Creo que es como saltar del bungee...
- ¿Cuál es él o los personajes que han marcado tu manera de entender la ficción?
Carlos de Morirse en Domingo (2006), porque fue la primera
vez que tuve la oportunidad de crear una partitura completa de acción y además,
aprendí mucho de la experiencia de Maya Zapata y Silverio Palacios. Por otro
lado, el personaje de Manuela (Manuela y Manuel, Raúl Marchand Sánchez, 2007) en una película portorriqueña que filmé, me
llevó a un extremo tal de transformación que me obligó a cuestionarme mi ser
como unidad femenina/masculina indisoluble; me hizo ser más libre y mejor
persona. Ahora que tengo la oportunidad
de hacer televisión en Los Héroes del Norte (Gustavo Loza, 2010), también me
llevé una buena sorpresa que me ha marcado: la urgencia en recuperar la
capacidad lúdica que te caracteriza cuando vas empezando y que con el correr de
los años pareciera por momentos perderse en una sobreintelectualización
constante que no me ayuda en muchos casos (aunque en otros me haya salvado el pellejo).
- ¿Qué encuentras en un
proyecto para que te interese estar en él?
Son varias razones: a veces es querer trabajar con un
determinado director, otras veces el personaje te atrapa y es imposible
desengancharse de él desde la primera lectura, otras lo hago por el tema que
supone la película y la oportunidad que quiera tener de indagar sobre él.
Aunque por lo general, decido mucho a
partir del proyecto anterior. Me gusta cambiar de dirección constantemente y
que un personaje no se parezca al siguiente. Procuro buscar los extremos y lo
pido muy encarecidamente al Universo para que me acerque a las coordenadas adecuadas en el tiempo
perfecto. Eso a veces significa tener mucha paciencia, pero
afortunadamente el Universo siempre
acaba escuchando.
- Tienes algún tipo de
preparación antes tirar una toma ¿qué pasa por tu mente cuándo escuchas el 1, 2,
3 acción?
La motivación del personaje. Eso es lo principal. Si no
lo tengo claro entonces estoy en problemas y procuro tratar de asimilarlo con
el director antes del Acción. También el siempre tener presente cuál es el
mayor temor del personaje y la enorme necesidad que se desprende de ello en
cada pedazo de ese rompecabezas.
- ¿Qué opinas sobre la
improvisación, crees que ayude o sea un gran riesgo para un actor el que haga
uso de este recurso?
Depende del proyecto. Si algún día tengo la enorme
fortuna de trabajar con los hermanos Coen, por ejemplo, sé que cada sonido
gutural o cada pausa estará indicada en el libreto y el placer será el darle
vida a una estructura tan bien organizada. Pero he tenido oportunidad también
de improvisar en otros proyectos y lo disfruto mucho. Ahí le doy cabida a mi ser escritor, que siempre busca por donde
colarse (risas)
- Se que levantaste un
proyecto de cortometraje titulado HASTA
LA CIRUELA PASA ¿cómo fue esta experiencia, qué te motivo para realizarlo?
Pienso que el cine es una ventana para compartir un punto
de vista. Soy muy feliz de ser invitado a proyectos que resuenan en mi alma,
pero hay otras historias que quizá por mi aspecto físico o algún otro
impedimento, no pueda realizar. Y no me pienso quedar con las ganas de
hacerlos. Porque amo el cine y soy de los que disfrutan con la ya casi utópica
idea de que la creación es un fenómeno de transmutación radiante. En el caso de
HASTA LA CIRUELA PASA, tenía dos fenómenos en mi vida que quería retratar y
reflexionar: Por un lado, mi mejor amiga murió intempestivamente quedando unas
pocas horas en coma antes de su desvanecimiento final y me preguntaba desde
hace mucho tiempo, qué pudo haber pasado adentro de sí misma mientras estaba
muerta sin estarlo realmente. Y por otro lado, mi abuela empezó a tener
procesos incipientes de Alzheimer lo cual me hacía reflexionar sobre los
mecanismos tan sutiles que se viven en la memoria. Y siempre quise hacer algún
proyecto relacionado con la Poética del espacio de Gastón Bachelard (que
nuestra querida Esther Seligson nos dio a conocer en el CUT), y los engranajes
de proyección que establecemos sin darnos cuenta. Puse todo esto en la
licuadora y decidí hacerle un homenaje a la Muerte de forma creativa. Mi punto
de vista es que todo a final de cuentas siempre regresa al camino que la
Naturaleza ha planteado. Trabajé el
guión durante muchos meses y me propuse el objetivo de que no tuviera ningún
diálogo, para seguir aprendiendo realmente de la semiótica de la imagen. Fue un
proceso largo, pero ahora estoy muy contento con el resultado y con la
oportunidad de presentarlo en pantalla grande. Lloré cuando vi por primera vez
esas imágenes proyectadas. Creo que ha sido uno de los momentos más chingones
en mi vida.
- ¿Y en este momento
cuáles son tus sueños profesionalmente hablando?
Tengo muchas ganas de levantar uno de los dos proyectos
de largometraje que vengo trabajando y espero hacerlo pronto. También tengo
ganas de irme un rato al extranjero a escribir y estudiar ( asunto que he
pospuesto ya varias veces y que ahora sí me está quemando las habas..). Y sobretodo, conectar con directores
latinoamericanos con los que tenga un lenguaje en común, seguir explorando la
organicidad en el cine hasta realmente sentir que he logrado un personaje
verdadero, complejo y orgánico del que me siente profundamente orgulloso. Una
película con un director sensible, inteligente, en donde tenga oportunidad de
ir por terrenos actorales hasta ahora desconocidos para mí.
- ¿Cómo definirías a la
cinematografía mexicana contemporánea?
Absolutamente ecléctica y fascinante. La creación no
para. Lo único que lamento, al igual que todos los que nos dedicamos al cine en
México, es no lograr cambiar los
sistemas de distribución y exhibición de películas. De nada sirve hacer mucho
cine si nadie lo está viendo. Y eso me entristece. Pero siento que forma parte
de este terrible mal que aqueja a las sociedades de hoy en día, donde lo más
importante es la inmediatez y no la trascendencia. Pero seguiremos en la
lucha..
- Por último, ¿ser actor mexicano en el
aquí y ahora, para ti significa?
Significa tener un compromiso con el tiempo histórico que
nos toca vivir. Saber que tu labor es incidir en la conciencia de la gente y
estar consciente del enorme trabajo, de la responsabilidad que eso implica.
Ciudad de México, 20
de Junio de 2012
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