Juan Carlos Vives apunta sobre el ejercicio que acaba de suceder. |
El actor acciona, su campo de trabajo en la ficción es el hacer, no de una manera gratuita sino consecuente con la propuesta que decide trabajar en una improvisación.
Entramos en la segunda semana de entrenamiento y ya que estamos conociendo las características de está partitura que es Improvisar, toca trabajar de lleno con las historias y su construcción. Con las tramas que van surgiendo del encuentro de dos propuestas y en qué consiste la responsabilidad de desarrollar y sostener esa ficción al momento de estar en escena.
Para que una historia improvisada suceda hay elementos que los improvisadores debemos de tener presente. El primero de ellos: debe existir un personaje, no hay narraciones sin personas que las cuenten, no hay historias sin personajes (lo más definidos ahora que somos principiantes), paradójicamente este puede aparecer a partir del otro o de mi, de ahí la importancia de permanecer en un estado de alerta, para poder responder a todo estímulo que se me presente.
Una vez que aparecen dos personajes en escena, se debe precisar cual es el tipo de relación que tienen. La historia empezará a perfilarse sobre esta característica, no es lo mismo contar una historia de un padre que quiere a su hija, que un padre que la odia. El matiz de la relación afecta al desarrollo de la improvisación.
Ya que en la propuesta existen claramente los personajes y la relación, hay que definir el objetivo, recordando otras clases de actuación, cuál es el motor que tiene mi personaje, las motivaciones que le harán caminar En este punto la bifrontalidad del actor entra a jugar al máximo, ya que el reto es seguir construyendo la historia que en inicio se propuso desde dos planos: la de uno como creador y la de nuestro personaje; muchas ocasiones tendremos que colaborar para seguir desarrollando la historia aunque el personaje no quiera, existirán pues dos objetivos.
Pero cuidado, a veces por el afán de seguir proponiendo se olvida el punto de partida, en la ficción como en la vida, todo inicio tiene final, toda acción tiene consecuencias, hay que ser consecuentes de lo contrario se cae en la ocurrencia y en la generalidad, en dónde no hay lógica en lo que se cuenta sino narraciones disparatadas sin dirección. En la improvisación es importante aprender a manejar estas dos lineas paralelas de pensamiento no anteponiendo una a la otra, sino apelando a la sensibilidad de respirar junto a la historia para determinar y decidir que necesita en el momento justo, para que sea posible crear una dramaturgia del actor.
Cuándo en la historia ya tenemos personajes, relaciones y objetivos, como último punto para desarrollar el camino de una improvisación, se debe detallar el lugar en dónde sucede. Es increíble como el simple hecho de conectar la imaginación con un espacio determinado hace que se detone en la mente de un actor ideas, imágenes o recuerdos que nutren nuestro estar en escena. El trabajo se dimensiona para ir más allá de una cuestión meramente de pensamiento, entramos al campo de las sensaciones.
Para uno como espectador es muy divertido observar la pasarela de propuestas generadas, en está semana. Frente a mis ojos desfilaron vaqueros, hechizeros, guerreros, policías, madres, niñas, sacerdotes, monjas, soldados, aspirantes a bailarines y me fue inevitable recordar mi infancia, cuándo de niño todo es posible al momento de jugar, como también fue inevitable recordar esas palabras que para mi como actor me son tan fáciles de olvidar: el principio de toda buena actuación es no dejar de divertirse al actuar.
Retomando la bitácora, los cimientos de la improvisación cuentan con:
* Personajes
* Relaciones
* Objetivos
* Lugar
El siguiente nivel de construcción es la generación de problemas y la búsqueda de conflictos. Recordando las estructuras dramáticas, no hay historias interesantes sin conflicto, no hay conflictos sin problemas y para que una historia evolucione y no se disperse, los problemas aportan la movilidad, es decir ayudan a la acción.
Para lograr una claridad sobre lo que esto significa, se improvisó a partir de la siguiente manera: un personaje es el que acciona la historia, mientras que el otro detalla la historia. Pareciera un ejercicio muy simple sin embargo en verdad es bastante complicado el nivel de escucha, definición y claridad que exige al actor al momento de hacerlo. Respetar el límite de que uno avanza la historia y el otro la amplia, hace que se entrene al pensamiento para ayudarlo a reconocer cuando tiene la responsabilidad de conducir la historia o solamente es soporte de la misma. Cuando nos toca hablar o escuchar, nuevamente precisión y claridad.
Una semana intensa, interesante, muchos elementos entraron en juego, diferentes pensamientos surgen, sin embargo como siempre, el mejor aliado en el trabajo del actor es la relajación, y esto lo comprobamos en el hacer, mientras más relajado se esta hay mayor disposición a la aceptación y a la construcción de las historias que vayan emergiendo. Así que a relajarse lo más que pueda para seguir definiendo mi historia en este entrenamiento.
Ciudad de México, Abril 2012
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