Estamos en la antesala de concluir la primer parte de la aventura. Ha sido un viaje intenso, lleno de risas, descubrimientos, encuentros hermosos y sorpresas. Esta semana se sumó al proceso Alejandra Maldonado, quién le entro de lleno a la experiencia de entrenar la técnica.
En este momento del taller, Juan Carlos nos propuso un reto: conocer cuál es
el momento en que nos encontramos como improvisadores principiantes.
Lanzándonos al ruedo para jugar (acumulando todo lo que hemos visto), esta
semana se basó en ver como resolvemos ejercicios más acotados que exigen del
actor mayor definición, apertura, riesgo y ponen en evidencia las fallas al
momento de estar en la ficción. Es curioso observar cómo funciona la mente de
un actor: de manera intuitiva jugamos y hacemos construcciones de las
historias, resolvemos, accionamos y las agrandamos; pero en el momento en que
nos piden seguir jugando a partir de estructuras un poco más complejas o más
definidas, empiezan los cortos circuitos.
Iniciamos el entrenamiento con ejercicios para repasar los roles de estatus.
Para entender con mayor claridad el rumbo de las historias, se necesita
comprender bien que uno de los ingredientes de una escena, es que dos fuerzas
distintas converjan en ella, con el fin de que pueda suceder un problema, un
conflicto. Dos fuerzas de igual envergadura lo que harán es "luchar"
para ver quién gana, pero atención, dentro de esta pelea hay matices en dónde
minuto a minuto uno está ganándole a otro, se disputan la batalla y es
precisamente esos momentos los que nos interesan, los instantes donde hay
riesgo, cuando hay desigualdad en la relación, lo interesante es conocer hacía
dónde se va inclinar la balanza. Para que ésto ocurra, el actor debe ceder en
función de la estructura total que es la historia; estamos hablando de
generosidad ya no como un concepto, sino como un motor de la acción.
Además, es importante desarrollar como improvisadores, la capacidad para entender
cuándo una escena caduca para pasar a la siguiente acción dentro de la misma
historia. Lo que comentamos en otra bitácora, empezar a cumplir pequeños
objetivos (como actores y como personajes), que alimenten la evolución de la
narración en pos de crecer las historias, es decir, completar el ciclo de
planteamiento, desarrollo, clímax y desenlace.
Con lo anterior, hablamos de estructurar un hecho creativo con el fin de
potenciar lo que de el nace: los argumentos, las propuestas, los personajes,
las situaciones, los conflictos, las relaciones, los momentos de sorpresa y los
desenlaces. El fin, ayudarnos dentro de ésta maquetación para no perdernos en
la inmensidad de posibilidades que nacen en cada instante, lo paradójico y rico
de entrenar Improvisar, es que todo puede ser posible más hay que ser
cuidadosos y selectivos para intuir lo que vale la pena ser contado en el presente.
Todo puede ser dicho más no todo vale la pena ser escuchado, Improvisar pues
apela a los sentidos, a la agudeza y a la inteligencia de un actor.
Para comprobar lo dicho se entrenó con dos instrumentales: el primer
ejercicio consistió en que cada intervención de un personaje solamente podía contestarse con
tres frases y el otro personaje solamente con dos. A
primer vista parece muy complicado, pero el objetivo que pide este ejercicio es
simplificar lo dicho, dejar los rodeos para otro momento y enfocarnos en la
acción, ser precisos en el decir nos llevará a ser contundentes en el
accionar. Además, para que la historia fluya dentro de esta
particularidad, se necesita un nivel de complicidad y sincronía total con el
compañero. Algo que sucedió en todos los ejercicios fue que
el desarrollar una tarea escénica es lo que ayudaba a detonar las historias, lo que las
destrababa, lo que nos hacia proponer y no naufragar en el intento.
El segundo es un ejercicio de solo preguntas, la interacción se da a partir
de interrogantes. Se trata de crear una historia a través de las preguntas,
todo gira a partir de ellas. Es muy difícil - a mí simplemente me dejo la mente
en blanco, me costaba en mi cabeza el sólo hecho de entender como estructurar una pregunta-,
es complejo porque plantea una perspectiva sobre el rumbo de las historias;
dejar de mirar en corto, para ampliar la visión de lo que se cuenta, para tomar
decisiones sobre lo que se cuenta. Exige construir dando por hecho el universo
que plantea el otro, exige riesgo para lograr avanzar la historia y muestra
claramente cuando se cae en accionar demasiado sin un objetivo o cuando se
agranda un ejercicio sin acción, es un quita máscaras de cuando no se construye
con el otro.
Lo más importante para que suceda este ejercicio es traspasar las preguntas
que a uno se le hacen, es decir, no responder - preguntar con lo obvio, con lo
abierto, sino aportar con la definición, con propuestas en pos del rumbo,
con puntería precisa y olfato para saber hacia dónde va una historia. Es un juego
de detectives en dónde cada pieza aporta más de lo que uno piensa y al mismo
tiempo es un juego de guerra dónde te piden no amenazar sino disparar
exactamente en el objetivo.
Para mi honestamente en esta semana mi puntería no fue muy buena que digamos, pero lo importante de esta experiencia es que en primer lugar, pude ver de forma clara la manera en que mis ideas le temen al conflicto, la manera en que estructuro para postergar los enfrentamientos (también de fallar uno encuentra el camino). En segundo, afortunadamente empiezo a ver, a entender mi trabajo desde una perspectiva de dramaturgo de la acción. En resumidas palabras, mi olfato se empieza agudizar para ver las oportunidades de rumbo de las historias y abriendo mis oídos a la escucha, guiandome por los sonidos encuentro las respuestas frente a mi, en el tiempo de la ficción.
Ciudad de México, Mayo 2012
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