Entradas populares

Datos curiosos

Mi foto
Ivan Cortes professionals studied acting at the University Center Theater, UNAM He has worked in film, theater and television in various projects with some of the most important directors in Mexico. Ariel Award nominee granted by the Mexican Academy of Motion Picture Arts and Sciences in 2010 by Backyard. With his project: "The Structure of spontaneity" was awarded the scholarship stage creators in Specialty: Actors Film and Video 2011-2012 issued by the FONCA in Mexico. In 2012 he was part of the Talent Campus Guadalajara FICG, as one of the emerging talents in the region of Mexico, Central America and the Caribbean. "The Eye of CreAcción" born during this stage research process.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Tenoch Huerta: el juego de ser actor


 Actor, Ciudad de México.



Foto: Antoine Doyen


 Tenoch Huerta es uno de los protagonistas más sobresalientes de la cinematografía mexicana contemporánea. Un actor que es considerado entre directores, productores y actores como uno de los mejores de su generación; prueba de ello es su más reciente reconocimiento otorgado por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas: el Ariel como Mejor Actor por su trabajo en el filme Días de Gracia (Everardo Gout, 2011). Entre sus trabajos por estrenar se encuentran La vida precoz y breve de Sabina Rivas (Luis Mandoki, 2012), El ciudadano Buelna, (Felipe Cazals, 2012) y actualmente se encuentra filmando El charro misterioso (José Manuel Craviotto, 2012). De ideas claras y contundentes, poseedor de una mirada profunda, de un rostro inolvidable, Tenoch compartió un breve espacio de descanso durante la filmación del cortometraje Inframundo (Ana Mary Ramos, 2013, IMCINE), para conversar sobre los juegos que le apasionan, sobre sus inquietudes, sobre sus reflexiones y pensamientos que le despierta este oficio que llego a su vida por azares del destino y que ahora abraza como profesión: la actuación.


- ¿Por qué decidiste ser actor?

Yo de chavito fui un niño un poco solitario, entonces como me agandallaban en mi calle pasaba períodos muy largos de mi vida encerrado jugando, entonces empecé a generar como mundos imaginarios donde yo era el héroe, donde me iba bien y me quedaba con la chica al final de la película. Te doy este preámbulo   (un poco cursi), porque también de niño, de muy morro quería ser un montón de cosas, tenía muchas facultades para la física, para las matemáticas, me gustaba mucho la ciencia, de hecho me encanta y en general era muy bueno para la escuela; tenía promedio de 9 a 10 en todas las materias. Siempre quise ser todo: físico, antropólogo, reportero, matemático, astrónomo, todo. Y alguna vez de niño tuve la consciencia de que la única manera en que se podía llegar a ser eso en esta vida era siendo actor, pero nunca fue mi deseo. Esta mentira  que muchos –no todos- se cuentan de que yo nací para ser actor y desde chiquito quise actuar; para mí no existe, no fue mi caso.

- ¿Y entonces cómo te acercas al mundo de la actuación?

Mi formación artística fue limitada simplemente por falta de acceso y también porque vivía muy lejos en Ecatepec, por una u otra razón siempre ha estado lejos, por el tráfico, por la aglomeración, siempre ha estado lejos esta parte del Distrito Federal; eso sí a mis papas siempre les ha gustado el cine, nos llevaban a ver desde lo más comercial hasta historias más complejas, obviamente sin llegar a Tarkovsky. En mi casa siempre había enciclopedias, a los 12 años termine de leer mi primer enciclopedia:”El nuevo tesoro de la juventud”, fue rápido pues lo leía mientras iba al baño y pues me la acabe completita. Siempre tuve esta avidez pero no había los recursos -digamos- la formación necesaria para acercarme de lleno a la actuación. Mis papas estaban ocupados, siempre fueron muy amorosos, estaban ahí pero no había el tiempo, no fui un niño descuidado. Además siempre fui un niño independiente, me gustaba ver documentales, pero como había una televisión pues le cambiaban al canal y ya no los veía.

Mi acercamiento al teatro, a la actuación se da por un curso que tome con María Elena Saldaña, convoco a un taller de actuación en su escuela y mi papá me insistió en que fuera, yo no quería. Yo jugaba americano y no quería ir, no tengo ni idea de cómo se entero y pues me lancé. Tenía 16 años y la única obra de teatro que había visto en mi vida era me parece que Tres generaciones con Angélica María, Angélica Vale y alguien más y no me conmovió especialmente en la vida. Se supone que iba a un curso de verano y me quede estudiando nueve meses.

- ¿Qué fue lo que descubriste en la actuación que te sedujo para quedarte a entrenar?

Descubrí que me gustó, me la pasaba bien, me gusta estar en la ficción, me gusta habitarla. Cuando actuó yo lo comparo completamente con un sueño, no en un sentido romántico sino en un sentido real de que cuando  uno sueña eres espectador y protagonista. En los sueños así funciona la psique y me pasa lo mismo cuando actuó, estoy como dentro y fuera a la vez, es una doble consciencia de que lo estás viviendo de manera real pero al mismo tiempo  hay una mente consciente que lo está guiando y observando (al sueño), es el mismo proceso creo yo; un día algún científico me desmentirá o me dirá que tengo  razón –risas- .

Me gusta esa sensación y lo hacía, mi entrega al juego viene desde la infancia, asumía si era un policía o un ladrón, si me tocaba ser explorador lo asumía como mi realidad en su totalidad. Siempre que me metía en la ficción me sumergía completamente. Ahora que soy actor lo puedo analizar y entender. Por ejemplo cuando jugaba futbol americano, asumía que estaba en una jauría de lobos –mi equipo se llamaba Los Lobos- y salía a romperme la madre para ganar un partido, así lo vivía, es algo mío. Es la mente que tiene un niño y que un buen actor nunca pierde, es ese pensamiento mágico que te permite creer en todo.




- Entonces sin querer empezaste a entrenar esta capacidad de imaginar...

Es una capacidad que puedes encontrar en los pueblos mal llamados primitivos, en los grupos humanos que no han desarrollado el nivel tecnológico y civilizatorio – si es que se puede llamar así- que tenemos actualmente en nuestras sociedades. Ellos se entregan completamente a los ritos, a las danzas, a la misma tribu; se entregan y asumen que lo que ellos viven es un universo real. Lo interesante es que ese tipo de pensamiento se encuentra en los niños, es un pensamiento que se encuentra también en la gente que hace arte. Lo descubrí, lo encontré y lo genere por medio del juego.

- ¿Y en qué momento pasaste de estudiar un taller de teatro  a  estudiar formalmente actuación?

Nunca planee la actuación. Creo que he tenido la fortuna de encontrar a grandes maestros en mi vida, grandes profesores en todos los niveles que me han inspirado y me han guiado. Estudié Periodismo en la FES Aragón (UNAM) pese a que me dijeron que podía ser un gran matemático, de hecho yo escribí en la prepa una teoría acerca del tiempo, una maestra me aconsejo que si le dábamos fundamento y seguimiento la podíamos mandar a algún centro para que pudiéramos investigarla a fondo, nunca la mande y pues cambiaron mis intereses. Total termine la carrera, tenía la inquietud de aprender algo “artístico” y recordé que había estudiado teatro, busque el grupo de teatro y no me gusto. De ahí me fui a la escuela de Luis Felipe Tovar, conocí a Carlos Torres Torrija quien fue mi mentor, la clase de actor que soy es porque él me lo inculco. Él me insistió en que fuera actor, me lo metió en la cabeza y en el corazón, es una historia muy larga, muy bonita; de hecho él me beco cuando yo ya no tenía dinero para pagar, años después me entere que él ponía dinero de su bolsa para que yo pudiera estar becado, ya no le pagaban de hecho, eso habla de un ser humano maravilloso, un ser humano como pocos.

Mientras terminaba la carrera y estudiaba actuación me puse a trabajar; vendí celulares, luego trabaje en ABC radio, en Canal 22, empecé con un poco de producción, estuve rolando aprendiendo de mi carrera, paso año y medio; durante todo este tiempo se metió en mi cabeza el sueño de ser actor ya realmente, entonces empecé a dejar fotos en castineras, en el CCC y me llamarón para hacer algunas cositas, pero ya. Este mundo me era muy ajeno, con decirte que la primera vez que leí un guión me sorprendió entender que esas palabras que leía se convertirían en imagenes, aun viniendo del periodismo no podía dimensionar que era tener un guión en la mano, para mí era fantástico.

- ¿Cómo viviste el proceso de convertirte en actor?

Fue complejo, al inicio de pequeños trabajos fue mi comienzo. Yo venía de aprender la actuación en las clases y el empezar a trabajar era una manera de aplicar lo que había aprendido, era bien padre, era divertido no importando lo pequeño que fuera el papel. Un corto fue clave en mi vida se llamaba Tierra y Fuego, me llamaron para filmar ese corto en Puebla, ahí conocí a Elisa Miller que era asistente de cámara, ella trabajaba en una castinera, me pidió unas fotos y cada vez que había un casting me llamaba y hablaba siempre bien de mí aunque nunca quedaba.

En algún momento me sentí fracasado porque lo intentaba y lo intentaba y no lo conseguía, estaba a punto de rendirme, además tenía una carrera como periodista y me sentía perdiendo el tiempo; un amigo al platicarle me dijo: no sé si te importe mucho pero si lo dejas de intentar, para mí serás un fracasado el resto de tu vida. Me saco de onda y me propuso: inténtalo un año más, si no sucede nada entonces si te sales. Ahora me da risa porque salirme de donde si ni siquiera había entrado. 

A los seis meses me llaman para decirme que me había quedado en Déficit (2007) la Opera Prima de Gael García Bernal, fue mi primer película “en serio”. Ya había hecho una película independiente llamada MalAmados (Iannis Guerrero, 2007), pero no tenía punto de comparación; lo lamentable de lo independiente es que siempre depende de la buena onda de la gente, es un proyecto serio pero no terminaba de ser del todo profesional.

- ¿Para ti, en qué consiste el trabajo del actor en cine?

De lo mismo que va el trabajo del actor en cualquier medio. Actuar es actuar no hay diferencia si es en cine, teatro o televisión, lo que cambia es la técnica pero nada más. Para mí actuar es cuando logras sumergirte en esto que te comentaba  del sueño; crearte la ficción y vivirla, imaginar que eres otro y asumirlo, creo que eso es actuar. Simplemente es vivir como real lo que no lo es. La actuación no es más que una aproximación a la vida, pero para nada es la vida ni se parece, es similar. En la vida real existe la muerte y en la ficción no. Así de fácil, el personaje muere pero el actor no, en la realidad le mientas la madre a alguien y te agarra a madrazos, en la ficción ocurren otras cosas.

- ¿Cómo entiendes a los personajes?

Todos los personajes parten de ti, tienen que ver contigo finalmente son metáforas. Los personajes, son figuras retoricas, son representaciones de algo. Voy a representar las pasiones desbordadas y que bloquean la pasión, entonces se construye un personaje arquetípico que es Otelo, el celoso por excelencia. Entonces Otelo se vuelve una metáfora de los celos y para empezar a construir ese personaje tienes que partir de ti, finalmente el hombre es el referente del hombre, no hay más. Y cada persona es el referente de sí mismo. Mi referencia de cómo leo el mundo soy yo, con mi experiencia, con mi historia, con mi información. No puedo yo partir de otro para elaborar un personaje; lo complejo es que al mismo tiempo cuando construyes ese carácter,  se trata de jugar a ser otro, pero no en un afán de esconderte bajo una máscara sino partiendo de lo que eres para dar vida a eso otro.

 Creo que me gusta hacer personajes porque me gusta jugar a ser el doctor, el enfermero, el portero, la ambulancia, el cohete espacial, me gusta cotorrear a eso, me parece divertido, esta chido. Lo importante es contar historias, para mí no es importante si un actor construye un personaje o no, me vale madre. Yo creo que el problema es cuando un “actor” ni siquiera puede entrar a la ficción, no es capaz de generarla, no es capaz de contar una historia. Si te gusta lucirte y que te vean en la ficción pues dedícate a otra cosa.

- ¿Y el guión que te significa?

El guión como tal es solo una guía, es el planteamiento de lo que vamos a jugar. Entonces como actor construyes al personaje a partir de lo que quiere contar ese guión, no es exactamente basarse en el sino en todo el universo que plantea; en ese contexto se construye una verdad relativa, eso es generar la ficción, yo construyo de esa manera al personaje. No puedes construir sobre la letra, es complicado, antes tienes que entender de qué chingados estás hablando y trato de entender el universo al que un director o un guionista están intentando asomarse, mi referente va ser siempre la realidad.

Entonces comienzo a construir justo con esa guía, más no es la verdad absoluta. Ningún guión te va a decir de qué manera camina o se mueve un personaje, el vestuario que se pone. Para Nesio (Alan Coton, 2008) propuse algunas prendas del vestuario porque es lo que veía en la calle, como actor te tienes que convertir en un observador de tu realidad porque de eso vas a estar hablando, como vas a tratar la violencia si no la has experimentado, si no la has visto, ejercido, sufrido. Tienes que estar ahí, en el ajo. 

Personalmente me gusta cambiar el guión, cambio los diálogos de acuerdo a como sean más cómodos para mí o para el personaje. Yo llego y lo hago, no pregunto, si se acerca el director y me dice oye eso no dice el guión me apego a su instrucción, pero hasta el momento nunca me lo han dicho, me han dado esa libertad.



- ¿Qué buscas en un director al momento de trabajar con él?
No puedes conocer a un director hasta que no chambeaste con él, por eso no busco nada. Yo pocas veces he repetido director, en México lamentablemente un cineasta hace tres películas en diez años. En un director descubro más que buscar, de lo contrario me parece que sería muy grande la frustración pues pocas veces uno encuentra lo que busca, es más divertido ir descubriendo el juego que te proponga cada uno.  Con un director vas descubriendo que también le gusta jugar a la ficción de diferente manera, él la lleva en la cabeza y la construye en las tripas; el actor está inmerso en ella. 

- ¿De qué manera te relacionas con la cámara?

No tengo una relación como tal con la cámara porque no te relacionas con los objetos, te relacionas con quién está detrás de ella y con quién pidió que se pusiera la cámara en tal lugar, que es el director. Mi relación es con el juego que estamos jugando, la historia, la película sea Días de Gracia, Inframundo o Nesío.   

Mi relación siempre va ser con el juego, después con el director, con el fotógrafo, con el equipo Al final del día todo lo que haces, toda tu preparación, todo tu drama, todo termina siendo un haz de luz. Eso es el cine, un haz de luz proyectado en una pantalla en blanco en el mejor de los casos, a eso te reduces, eso es lo que nos emociona, los fotogramas, para mí eso es mágico. Y eso se logra por las relaciones con un equipo más que con la cámara, obviamente este es el artefacto que registra el proceso y que chido que exista.

- ¿Entonces qué opinas del entrenamiento que dan algunos cursos para actores que ayudan a entender su relación con la cámara?

Más que relación, el trabajo de un actor es aprender -ya sea en la marcha o con sus estudios- a que la cámara es un ojo limitado que no tiene 180 grados de visión, que no tiene la capacidad de voltear hacía cualquier lado, que necesita una iluminación especial, necesita tener cierto grado de luz y que uno tiene que entender como interactuar en ese ambiente. Entonces uno aprende que si estas en un cerrado haciendo una escena y te agachas para recoger una piedra que te pareció brillante en ese momento y haces la mejor recogida de piedra en la historia del cine, pero la cámara no lo vio pues valiste madre. Si no lo registró la cámara pues no existe, lo que no puedo ver ni medir no existe en el cine. 

- ¿Cómo te preparas para el momento de la acción?

Es raro, soy muy concreto y claro en mi trabajo. Si tengo que ser un pirata al grito de acción lo hago, termina y lo dejo. Si es una escena emotiva que necesita cierta preparación para que te des cuerda (pues no puedes generar de la nada una emoción fuerte) he aprendido a estar en el set y al mismo tiempo estar trabajando para la escena que voy a filmar. Si una lámpara se cae a la mitad de la escena, yo la integro a mi ficción y sigo. Mientras la gente trabaja haciendo los retoques de maquillaje o de vestuario, en ese momento lo aprovecho para estar pensando, para estar generando; aprovecho la capacidad mental que tenemos los humanos para desarrollar varias líneas de pensamiento: el del personaje, para llegar al punto donde tengo que estar emocionalmente; el del actor  para pedir agua porque tienes sed y firmar los papeles que debes firmar, lo aprendes y tienes que hacerlo en el trabajo, es como cuando manejas.

Al final, en el momento que te dicen acción tú no tienes cuerda de 20 minutos atrás, sino de los tres meses en que has estado pensando, estudiando, entendiendo al personaje; ya lo traes. Desde el momento en que te avisan que quedaste en el proyecto, tu cabeza de manera inconsciente ya lo está generando.

Es raro que ensayes en el cine, todo ese trabajo lo haces tú con anterioridad. La búsqueda para empezar a generar, para entender a un personaje lo logro leyendo sobre la ficción y trato de observar si existe cerca de mí de manera real esa manera de vivir del personaje o del grupo que voy a interpretar, si es algo más metafórico pues me voy a la literatura y de ahí empiezo a construir.

- ¿Cómo construyes a tus personajes?

Me gusta actuar  porque me gusta construir mundos complejos, es lo que me gusta jugar, es a lo que me habitué desde niño a construir. Entonces vas construyendo paso a paso, me gusta sacar al personaje del espacio sagrado que es la ficción y llevarlo a la calle. Me he ido en personaje en el metro, voy probando y voy ensayando en la vida real. El riesgo es la respuesta que vaya a recibir de los demás, si es alguien violento corro el riesgo de que me rompan el hocico; tienes que limitarte. En mis ratos de ocio juego como mi personaje, es importante pues entre más llegues al set con un trabajo sólido es más sencillo el trabajo; en el cine tienes que acostumbrarte a adaptarte a las condiciones del set, generalmente en la locaciones y no puedes ensayar los movimientos como en el teatro, lo tienes que resolver en el momento, lo tienes que significarlo. Esto no sería posible si no has trabajado ya en tu casa al personaje, esto solo es posible con un personaje sólido, con una claridad en la situación. Si tienes esto el personaje va caminar solito, va a saber cómo relacionarse; al final tienes que confiar mucho en la intuición, en tú subconsciente que se alimenta de todas las experiencias.

- ¿Para ti que es la intuición? 

Un maestro me dijo: "Cuando el hombre dejo de escuchar a la intuición que es la voz interna que te dice por dónde ir, los hombre inventamos a Dios para que nos dijera que hacer". Es instinto, es la voz interna que te ayuda en la vida, si no la escuchas te metes en unos pedos tremendos, completaba el maestro: "Cuando dejamos de escuchar a nuestra intuición estamos perdidos"; si lo ves desde un punto de vista metafísico: Dios es la intuición, es el susurro de un ángel en tu oído que te dice por donde tienes que ir.
Es un cúmulo de conocimientos y experiencias adquiridas de manera consciente e inconsciente que se van albergando en tu cerebro y que se manifiestan de pronto en la vida real, es esa voz que escuchas. Como actor tal vez no se articulan con palabras sino a través de las emociones, con sensaciones, con impulsos, te conectas con ese monstruo, con ese animal, con esa bestia, a los impulsos los dejas fluir naturalmente y suceden cosas bien padres. Lo bonito de la ficción es que finalmente las consecuencias se quedan ahí, nadie te va agredir no te vas a morir, entonces eres libre de hacer lo que se te ocurra, no hay límites, estos se diluyen o se transforman. En la ficción te permites todo porque es un juego con reglas distintas a la de la vida real.

- ¿Estás de acuerdo con improvisar en un set?

Sí por supuesto, es esta capacidad de adaptación, estoy de acuerdo totalmente. Hay que utilizar una guía que es el guión, pero improvisar es sano, además en el cine –al menos en México- como no hay ensayos llegas y tienes que adaptarte entonces la improvisación es una herramienta necesaria. Esto de generar de la “nada” es bueno, además es una manera de que tengan vida las escenas, que no se vuelvan marcadas. Como actor te ubica en las emociones que tienes al momento, en el presente; me parece que te ayuda a contar una verdad chiquita, prefiero eso a contar una mentirota grande

El jugador que improvisa tiene que tomarse en serio el juego pero cuando el juego se convierte en lo más importante y se la cree, entonces ya se jodió. Esa es la ficción, sostener un juego, divertirse, creer en lo que haces. La única diferencia que a veces veo entre los niños y los actores es que ellos juegan en un patio, nosotros frente a una cámara o sobre un escenario y en teoría cobramos por hacerlo –risas-.

- ¿Qué tipo de historias te interesan contar?

Prefiero las historias bien contadas que te envuelven, a veces me parece que algunos directores no trabajan con actores profesionales por miedo o por hueva de comunicarse con los actores. En contraparte, a veces me parece que los actores somos demasiados clavados, pedimos demasiadas explicaciones, o reclamamos o liamos. Y ya tenemos con los problemas de cada uno como para tener que lidiar con personas conflictivas, es de hueva y en cierto sentido los actores tendemos a eso.

- ¿Después del reconocimiento que viene después, qué te significan los premios?

Espero que sean mejores sueldos –risas-. Dice muy bien Eileen Yáñez, una de mis mejores amigas (que espero me acompañe hasta el final de este viaje), decía que los premios son una caricia al ego, que se siente rico y efectivamente se siente bien. Pero ahora que voy a ser padre, me está cambiando la manera de ver muchas cosas. Ahorita ya no significan lo que significaban, ahora me preocupa tener trabajo, hacerlo bien, tengo un compromiso con un nuevo ser humano al que le tengo que enseñar no como vivir porque él lo va a descubrir, pero le tengo que enseñar todo lo que pueda para que su viaje en la tierra sea lo más enriquecedor posible, entonces te cambia la perspectiva de todo. Los reconocimientos te divierten pero al final del día ni te pagan más, ni te ofrecen más trabajo ojalá así fuera pero eso no es cierto. Los agradezco de corazón pero mi mayor premio es seguir trabajando y seguir viviendo de lo que hago, de lo que me gusta. Vivir con la soltura suficiente para darle una buena educación a mi hijo, de darle una experiencia de vida plena y dármela a mi mismo; espero seguir rompiendo miedos y seguir descubriendo de qué se trata estar en este camino.

- Por último ¿Ser actor mexicano, significa?

Yo soy mexicano aunque no sea actor –risas-. Uno pertenece a la tierra que te da de comer y México me ha dado de comer, he comido de sus entrañas, he comido los frutos que da, la carne que produce y le pertenezco a esta tierra. Soy mexicano, me dedico a actuar, entonces más que actor mexicano soy un mexicano que se dedica a actuar.

Por otro lado me considero un tipo suertudo y que le gusta su trabajo. Tengo una responsabilidad más que con los otros conmigo mismo, con mi vida, con mi humanidad; de conducirme de la manera que me haga vivir –no hablo de felicidad  no creo que exista-. Para mí  la meta del hombre es vivir, entonces hay que dedicarnos a vivir, también tengo el compromiso de ser un buen ser humano no en los términos de ser “bueno”  sino entendiéndolo como aquel que se expande, que puede vivir lo bueno y lo malo, que ha sufrido y gozado, ha hecho sufrir y ha hecho gozar; el que puede explorar lo más animal de su persona y lo más civilizado de ella. Un ser humano expandido dentro del universo, ese es mi compromiso, no joder al de junto, permitir y permitirme. Mi responsabilidad es con mi humanidad y con la humanidad de los otros.



Tehuacán, Puebla a 2 de Septiembre de 2012.








domingo, 9 de septiembre de 2012

Octavio Castro: solamente el silencio



Actor. Ciudad Nezahualcóyotl. Estado de México.


Hay momentos en la vida en los que uno debe afrontar situaciones inevitables, es parte de nuestra naturaleza y evolución. Sin embargo, cuando llegan, cuando se te aparecen repentinamente y chocan contra ti; surge el dolor, el coraje, la frustración y un montón de sentimientos y emociones que nublan tus pensamientos, un vacio se anida en tu alma y queda solo eso, el silencio y nada más.


En este caso no quiero hablar de despedidas, me gustaría simplemente en este camino que recorro, dedicar unas palabras a un amigo, guerrero incondicional del teatro y del cine; una persona alegre capaz de provocar carcajadas en los momentos más inesperados, sensible con los qué necesitábamos ayuda, poseedor de un carisma enorme, de un don de gente, su nombre: Octavio Castro.

Al “Choco” como lo bautizaron sus compañeros de generación del Centro Universitario de Teatro, era común encontrárselo en los pasillos de la escuela siempre de buen humor, se tomaba el tiempo de bromear con todo aquel que se cruzába en su camino. En lo personal fue una gran guía y un compañero invaluable en distintas etapas de mi formación; ya sea invitándome a participar en proyectos que él mismo generaba –como olvidar aquella pastorela que nos llevó a lugares recónditos de nuestra ciudad- o siendo testigo de su enorme talento, disciplina y compromiso con el escenario. Inolvidable tu actuación como Lidia Ana en Los Endebles; siendo asistente de dirección en aquella obra, me resuenan tus palabras cuando en alguna ocasión lloraba por algún regaño –Iván no te lo tomes en serio, esto es solo el inicio verás que nada es tan importante… seguido por algún chiste y esa enorme, luminosa y reconfortante sonrisa. 


 
Así podría enumerar anécdotas en todo este tiempo que compartimos; recuerdo con cariño cuándo jugábamos a entrevistarte, recuerdo cuando te ponías a cantar por horas, te recuerdo en los festivales de cine sonriendo, te recuerdo en los pasillos del teatro tomando fotos sonriendo, te recuerdo bailando en tus fiestas, te recuerdo brillando y sonriendo. Así me quedaré pensando en ti: simplemente sonriendo.

Como bien me dijiste un día: que chingón ser amigos, ser de la misma escuela, ser de la misma banda…; más chingón haber aprendido de tí, poder encontrarnos en este viaje, haberte conocido.




 Con una filmografía que rebasa los quince títulos, como por ejemplo: Ave María (1999), El Violín (2005), Fuera del Cielo (2006), Pastorela (2009) y Asalto al Cine (2011) entre otros;  la trayectoria de Octavio Castro en el cine nos habla de uno de los rostros que más aportaron con su talento y trabajo a construir la industria mexicana contemporánea.

Hace una semana recibí la terrible noticia. Estando en la lejanía me enteré que ya no podría verte ni encontrarte; una tristeza y un nudo en la garganta están desde entonces en mí. Hoy solamente te pienso y te recuerdo. Quedó pendiente ese café para que te hiciera la entrevista…el consuelo es que en mi memoria y en mí corazón vivirás eternamente por medio de tus enseñanzas, de tus palabras.


Te quiero amigo, hermano y compañero… 



Buen viaje Octavio Castro, aplausos hasta el infinito….